Antes de comenzar la lectura:
1.- ¿Has
pensado alguna vez qué pasaría si no existiera la escritura?
2.- ¿Cómo crees
que se comunicaban las personas antes de que se inventara la palabra escrita?
MARIQUILLA LA
PELÁ
A Mariquilla la Pelá, le dio la manía de
no querer aprender a leer. Como era muy cabezota no escuchaba a los que le
aconsejaban lo contrario. Hasta que un día... Lee lo que le pasó.
¡A: Mariquilla la Pelá!
¡E: porque no sabía leer!
¡I: porque no sabía escribir!
¡O: porque no sabía el reloj!
¡U: borriquito como tú!
Esta antipática coplilla era la que tenía
que aguantar a todas horas Mariquilla en el pueblo. Todos los chicos se
burlaban de ella, porque Mariquilla, que era muy salerosa, y se peinaba muy
bien de rodetes, y se ponía unos vestidos muy bonitos, de flores, de frutas y de
pájaros, tenía un defecto muy gordo: ¡No sabía leer!
Sí, sí, de veras que no sabía. Y lo peor
era que no quería aprender. A la escuela no iba ni atada, y los libros no los
miraba ni por el forro.
- A mí lo que me gusta es la radio, el
cine y la televisión – le decía a su amigo.
Paquete -. ¿Y sabes por qué me gustan esas
cosas? Pues porque todo se oye y se ve.
- Las letras también se ven, Mariquilla -
le contestaba el chico, muy serio, abriendo se enciclopedia, su “enciclo”, como
la llamaba para abreviar - . Mira, te voy a enseñar.
- ¡A mí déjame de jaleos, Paquete! Eso es
más difícil que los crucigramas del periódico. No quiero llenarme de letras la
cabeza, que a lo mejor se me despeinan los rodetes – y se marchaba tarareando,
encantada de la vida -.
Llegó la Navidad y la madre de Mariquilla
llamó a su hija y le dio una cesta con turrones, mazapanes y cosas ricas de
esas, para que tía Etelvina celebrara también las fiestas.
- Ya sabes dónde vive tía Etelvina,
Mariquilla. Al otro lado del bosque, en la casita que está junto al río. Vas
todo derecho, todo derecho, y, si te pierdes, preguntas.
- Sí, mamá; descuida, que preguntaré – y Mariquilla,
con su cesta navideña colgada del brazo, se fue, piano, pianito, a casa de tía
Etelvina.
Al pasar delante de la escuela se encontró
con Paquete, que, igual que hacía siempre, agitó en el aire su “enciclo” y le
gritó:
- ¡Mariquilla! ¿Te enseño?
- ¡Vete a paseo, maestro Ciruela! ¡Estamos
de vacaciones, y, además, ahora tengo mucho que hacer! – y encima le sacó la lengua.
Después siguió su camino, sin mirar atrás
siquiera.
Antes de entrar en el bosque cruzó por
delante de una granja.
-Por este senderillo llegaré antes, porque
se acorta mucho – y Mariquilla se metió por allí, más contenta que unas
pascuas.
A la entrada del camino había un cartelón
muy grande que decía:
¡CUIDADO: PERRO PELIGROSO!
Mariquilla lo vio, pero como a ella lo que
le gustaba era la radio, el cine y la televisión, no perdió el tiempo en
descifrar aquellas letras.
Y, claro, el perro, un perrazo tremendo,
salió, arremetió contra ella y le tiró la cesta.
Mariquilla no paró de correr hasta llegar
a una valla. La saltó y se puso a mirar por una rendija cómo el perro se comía
todas, todas las cosas ricas de la cesta, sin dejar ni una sola peladilla.
-¡Pobre tía Etelvina! – suspiró Mariquilla
con mucha pena.
Bueno le diré que otro día le traeré más.
Ella lo que quiere es verme, aunque sea con las manos vacías.
No se atrevió a volver ni a recoger la
cesta siquiera, y siguió andando y andando. Entró en el bosque y, afortunadamente,
no se encontró allí con ningún lobo, pero sí con otro cartel que decía:
¡PROHIBIDO EL PASO: ZONA PANTANOSA!
Claro, que como lo que le gustaba a
Mariquilla era el cine, la radio y la televisión, porque las letras...
etcétera, etcétera..., pues no se preocupó del rotulito y se fue metiendo y
metiendo en un fangal enorme que había por aquel sitio, y cuanto más hacía por
salir, más se le hundían las piernas, y los brazos, y todo.
Llorando y gritando pidió socorro y,
cuando el guardia apareció entre los matorrales y le echó una mano para sacarla
de allí, la pobre Mariquilla tenía el vestido todo desplanchado, y lleno de
barro, y roto además.
- Pero, niña, ¿es que no has visto el cartel?
–gruñó enfadado el guarda.
- Sí que lo he visto –contestó Mariquilla.
- Pues lo dice bien claro. ¡Y ya eres
mayorcita para saber leer!
Mariquilla no quiso discutir y siguió su
camino.
Antes de llegar a casa de tía Etelvina,
Mariquilla vio otro cartel:
¡ATENCIÓN AL TREN: PASO A NIVEL!
Como ya estaba un poquito mosca, se puso a
deletrearlo, pero no sabía juntar las letras y aquel cartel seguía sin decirle
nada. Y fue y se metió en la vía en el momento en que un mercancías venía a
toda velocidad, pitando como un energúmeno.
Mariquilla, asustada, no sabía si ir para
atrás o para adelante. La locomotora apareció tras una curva y se le echó
encima.
Gracias a una mujer que salió de una
caseta con un trapo rojo en la mano, y que corrió hacía ella y la agarró del
pelo, tirándola contra una valla, se salvó
Mariquilla de una muerte segura. Se salvó,
sí, pero sus rodetes se deshicieron y se le quedaron unos pelos de un
alborotado que daba lástima y miedo además.
Así entró en casa de tía Etelvina, que al
ver a su sobrina en un estado tan lastimoso dijo:
“¡Jesús!”, y se desmayó.
Y al día siguiente, cuando Mariquilla se
encontró con su amigo Paquete, bajó los ojos y le preguntó, sin mirarle:
-Oye: ¿tienes ahí la “enciclo”?
-Sí. ¿Por qué?
-Porque me parece que voy a dejar que me
enseñes a leer. La radio, el cine y la televisión están muy bien, pero ¡hay
cada cartelito por ahí...!
Comprueba si has comprendido:
1.- Escribe la descripción de Mariquilla.
2.- ¿Qué accidentes tuvo Mariquilla por no saber
leer?
3.- Inventa una nueva secuencia para la lectura en
la que a Mariquilla le ocurra algo desagradable por no saber leer.
NOTA: te dejo un link por si te apetece seguir practicando lecturas comprensivas.
- http://www.mundoprimaria.com/juegos-lenguaje/juegos-comprension-lectora-5o-primaria/
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